Madre Vicarita

Era la secretaria, su función fue ser Vicaria. Madre Vicarita, como todos le decían con tanto cariño, es la otra monjita que encontramos en el colegio y que siguió en él cuando nos fuimos. Era realmente divertida, muy agradable de trato y de alguna manera muy práctica. En varias oportunidades la escuché decir a las mamás que llegaban al colegio: "Mira hijita, si tiene solución para qué te quejas y si no tiene solución tampoco te quejes pues".
La Vicarita tenía una lora que se llamaba Aurora (como la gran mayoría de loras, creo) y esta lorita aprendió a entender o a obedecer a la Madre. Cuando Aurora se portaba mal, la castigaba y la lorita parecía que entendía.
La lora salía al patio muchas veces y obviamente aprendió todas las palabras que las alumnas le enseñaron (que no era el Padre Nuestro precisamente). Realmente se puso muy malcriada y Madre Vicarita andaba muy molesta con la lora. Y no faltaba razón, cuando la Directora (Madre Susana en esa época) estaba al micrófono en plena formación, Aurorita la remedaba o le decía palabrotas y las alumnas soltaban a reir. Madre Vicarita prohibía que sacaran a la lora en meses, pero siempre volvía por alguna razón.
Una breve reseña sobre Madre Rosalía, su verdadero nombre, transcribo aquí. Lo he tomado del libro que tienen en la Congregación FIC y creo que muestra muy cercanamente a la realidad cómo era Madre Vicarita:

El 10 de Octubre de 1986 descansó en la paz del Señor, en el Colegio "Santa Teresa de la Inmaculada" de San Pedro de lloc, la Madre ROSALÍA DEL ÁGUILA MARÍN, a los 73 años de edad y 52 de Profesión.
El Señor la adornó con muchas cualidades humanas, que hacen feliz la vida fraterna de los que viven en comunidad: piadosa, obediente, respetuosa, amable, muy educada, sencilla, con gran sentido de humor para alegrar a sus hermanas, cariñosa, acogedora, atenta. Se interesaba por todos, se sentía muy mal cuando algo no marchaba bien y no lo podía remediar, sufría en silencio. Se entregó con alma, vida y corazón al Señor; vivió su vida consagrada en un constante servicio a las hermanas y concretamente pasó casi 25 años en su querido San Pedro de Lloc. Los sanpedranos supieron corresponder a su amor y entrega hasta su muerte; la llamaron amiga, maestra y "Madre Vicarita", con ese nombre la conocían ricos y pobres, ancianos y niños. Su labor Pastoral no tenía límites. En el colegio como secretaria, por las pequeñas se interesaba mucho, presidía su oración de la mañana con cantos, nunca faltó a este oficio que para ella fue de gran responsabilidad. En la Parroquia dirigía los rezos y cuando faltaba el Párroco hacía fervientes Paraliturgias, animaba los cantos y novenas del pueblo; jamás faltó a los responsos y siempre llevó palabras de consuelo y esperanza a los que sufrían.
En su última enfermedad no sólo la acompañaron sus exalumnas de San Pedro; toda la Provincia de Pacasmayo se interesó por su salud. Su muerte fue muy sentida y concurrida la velación de sus restos mortales. La misa de funerales fue apoteósica, para San Pedro de Lloc fue un día solemne de fiesta y de duelo; se hicieron presente autoridades civiles, educativas, Comisiones representativas de colegios e instituciones religiosas de Lima, Trujillo y Chiclayo, así como familiares.
Sus queridas exalumnas, profesores, padres de familia, alumnas del colegio acompañaron a la Madre Vicarita a su morada final, conduciéndola en hombros desde la Parroquia. Hubo discursos y despedida, en nombre de los Padres de Familia y de la Comunidad Educativa. El señor Alcalde de la Provincia dio la nota final a este acontecimiento en la historia de San Pedro de Lloc. Fue un día de reconocimientos, de gratitud, de elogios, oraciones y lágrimas de grandes y chicos que dieron el último adiós a su querida Madre Vicarita.

Mi madre me contó todo esto por teléfono, tal como esta reseña lo indica. Yo me sentía mal por no haber tenido la oportunidad de despedirme de Madre Vicarita. La quería mucho (y quien no?). Ese año, 1986, también se fueron mis abuelos maternos. Qué año!